Filosofía

La Corrupción: El origen de este Cáncer Social

¿Por qué nace la corrupción, y, sobre todo, por qué se propaga? Probablemente nace en la misma naturaleza del ser humanos.

La corrupción es como un cáncer que carcome a las sociedades en todos lados del mundo, perjudicando y contaminando a los ciudadanos porque se nutre de dineros públicos que no deben ser mal utilizados. Es una enfermedad moral asociada a un gusto patológico por el dinero. Casos de corrupción recientes nos asombran por los montos exorbitantes que se manejan, y la avidez de sus protagonistas.

Tomemos como ejemplo el caso Odebrecht en Latinoamérica, o “Lava Jato” como lo llaman en Brasil, que implica complicidad entre funcionarios públicos y compañías privadas que se pusieron de acuerdo para pagar o recibir sobornos, inflando los precios de las contrataciones públicas perjudicando a los ciudadanos, que al final son los propietarios de ese dinero. Ese caso ha significado la caída de los presidentes, Dilma Roussef en Brasil y Pedro Pablo Kuczynski en Perú. Cayó el expresidente Lula Da Silva y otros presidentes que están siendo investigados.

El vicepresidente de Ecuador Jorge Glas, muy cercano al expresidente Rafael Correa, también salió del cargo a prisión por el mismo caso de corrupción. Muchos otros altos funcionarios en varios países latinoamericanos han sido acusados o investigados por ese caso, así como bastantes empresarios corruptos que pagan su condena en cárceles de esos países. Extrañamente en Venezuela, a pesar de que Odebrecht tuvo un papel prominente en las grandes obras públicas estatales, no conocemos el caso de ningún alto funcionario o empresario preso por este caso.

Pero más que los síntomas de la enfermedad, que en algunos países es combatida eficazmente y en otros no, quisiéramos analizar en estas líneas los orígenes de la corrupción. ¿Por qué nace la corrupción, y, sobre todo, por qué se propaga? Probablemente nace en la misma naturaleza del ser humano, en sus pasiones. La codicia, la ambición y la avaricia son vicios que forman parte del coctel de inclinaciones impetuosas que tenemos los hombres para buscar lo que deseamos. Son antivalores. Forman parte de los pecados capitales y como todas las pasiones, nos mueven a desenfrenos que perjudican a nuestros semejantes. La pasión por el dinero o por el poder mueve mucho más al hombre que la pasión amorosa. Por eso casi todas las religiones sugieren e invitan a un desprendimiento de las acumulaciones excesivas de dinero, de la obsesión por poseer cosas materiales. Las religiones estimulan el desapego material, como forma de combatir esas llamadas bajas pasiones.

Si bien no podemos luchar contra la naturaleza humana sino reforzando desde la infancia los valores, sí podemos luchar contra el origen de la corrupción minimizando la discrecionalidad del funcionario público. A ver, si las decisiones que toma un funcionario se limitan a seguir un reglamento claro e inequívoco que no permita interpretaciones, entonces no hay necesidad de sobornos o complicidades con nadie.

Pero la corrupción también tiene muchos otros disfraces que no le ponemos cuidado. Aquí mencionaremos algunas “travesuras sociales” que tiene el mismo nombre, CORRUPCIÓN:

1. Pagar soborno por un trámite.
2. Comprar piratería.
3. Tirar basura fuera de los contenedores.
4. Robarse la luz.
5. Comprar y consumir drogas.
6. Destruir maltratar propiedad pública.
7. No respetar las señales de tránsito
8. No le mienta a su hijo.
9. No engañe a su cónyuge.
10. Respétese a usted mismo y a los demás.

Así que ya sabe, no tiene nada de malo que se enojes y se indignes ante los descarados actos de corrupción de algunos personajes de la política, pero la próxima vez que suceda, piense si alguna vez has cometido alguna de estas conductas y medite como puedes aportar USTED a erradicar la corrupción de vuestro país y también recuerde que nuestros niños son el futuro, y ellos miran nuestro espejo.

Allí está el origen de la corrupción. En la discrecionalidad del funcionario, y de ciudadanos irresponsables. Lleguemos al momento de no pedir u ofrecer dinero a cambio de algún favor. Este ejemplo sirve para extrapolar el origen de la corrupción administrativa a los más altos niveles de decisión, así como tampoco dejarnos contagiar por este cáncer que está destruyendo a la sociedad, tal como la conocemos. Reflexionemos sobre esta teoría.

Fuente: Álvaro Montenegro Fortique.

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